martes, 14 de mayo de 2013

La revolución que ya no fue


Mirando para atrás se vuelve difícil recordar que hace 4 años recién nacía La Cámpora, después de las dos piedras fundamentales de su movimiento: la pelea con Clarín y la 125. Antes de eso no existía, por lo menos no con ese nombre.

La Cámpora fue el todo que formó la suma de las partes de la militancia estatalmente financiada y coordinada directamente por Nestor. Partes nacidas de la militancia universitaria con la juventud de Moyano a cargo del hijo de su ex abogado en la CGT, Mariano Recalde y de "las bases" de política territorial, de barrio.

Los caudillos de este nuevo grupo a diferencia de lo que se cree no fueron secretarios de Máximo, quien pasa su tiempo en el sur cuidando los negocios de la familia, sino que supieron tener línea directa con el nunca electo presidente mandato cumplido Nestor Kirchner.


Nacidos del fuego de la batalla cultural, sus bases se fundaron en la lucha contra las corporaciones que tanto daño hicieron en los demonizados años noventa. En contra de Clarín, del Grupo. En contra de las empresas multinacionales, de los grandes productores del campo. O por lo menos eso es lo que creyeron.

Si su primera gran batalla, perdida, fue la 125 para las retenciones a los productores, a los oligarcas del campo, nunca entendieron que el matrimonio vive de favorecer a los grandes grupos sojeros, en detrimento de los pequeños productores que cierran día a día cada vez que por cada dolar que meten en el país Moreno les da $2,50 contra el $10 del lechuga. Algo que comparten con el primer caudillo popular Juan Manuel de Rosas, a quien no solo festejan con el revisionismo si no que emulan con el reparto entre amigos del dinero estatal y el control de la opinión pública por la fuerza.

En 2011 siguieron la corriente martirizadora del pianta votos número uno en un país que siempre, sin margen de error, idealiza a sus muertos, una vez muertos.

Para esta época era difícil encontrar a alguien que hablara mal del matrimonio K. Serían años de bonanza económica, de una chequera aparentemente ilimitada, ciertamente mal administrada, o sería el culto a los muertos, o sería el papelón de la oposición atomizada con el fin de una generación de Duhaldes, Alfonsines y Saas.

La Cámpora se parece más a Bumeran que a una agrupación, y como todo Bumeran, aunque escrito de otra forma, parece que todo lo que tiraron les está volviendo.

Porque el relato de los derechos humanos quedó guardado en un cajón cuando se descubrió la caja de MADRES se usaba para llenar los bolsillos de unos pocos y las obras no se hacían.

Porque decidieron consciente y erróneamente relegar electoralmente a la clase media, el famoso voto incierto, el que te hace ganar o perder una elección. No el más pensante, pero si el más caprichoso.

Pero por sobre todo, porque basaron su mística en la reconstrucción de un país que se había destruido en los noventa y ahora el país entero piensa que, por lo menos, chorearon más.

Difícil se les volvió explicar que todos sus funcionarios, del Ministro de Planificación al jardinero pasando por el chofer, se hicieron multimillonarios honestamente. Más difícil aún se volvió explicar que sus sueldos de militantes/funcionarios van de los 50 a los 200 mil pesos mensuales mientras citan a Perón, Evita y Marx.

En los 2 años que quedan antes de darse contra el muro de la imposible reelección de Cristina, vamos a conocer la verdadera cara de estos sobrevaluados cuadros de la militancia K, entre los que se hunden con el barco de un relato irremontable y los que saltan a tiempo al ya conocido lavado de cara peronista que les permitió saltar del Menemismo al Kirchnerismo. Mientras tanto, los que veníamos advirtiéndolo hace tiempo,   seguimos expectantes la crónica de una muerte varias veces anunciada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario